Si logramos vivir con la certeza de que todo va a terminar bien, podremos disfrutar más de la vida y ser felices.

Las personas optimistas son felices porque tienen la profunda convicción de que todo lo que emprendan y proyecten les va a salir bien.

La Programación Neurolingüística nos enseña que si adoptamos las pautas de comportamiento que tienen las personas exitosas, también podremos ser tan exitosos en lo nuestro como ellos.

Del mismo modo, se puede aprender a ser feliz haciendo lo mismo que hacen los que son dichosos y sienten gusto por la vida, imitando su forma de actuar, de pensar y de vivir.

Si se tiene la vocación para el desánimo, la apatía, la insatisfacción, el miedo, la falta de ilusiones y la inseguridad; existe una nueva corriente de pensamiento que puede ayudar a sentirse feliz todos los días, cambiando la apatía por el entusiasmo, la insatisfacción por la gratificación, el miedo por el coraje, la falta de ilusiones por la esperanza, la inseguridad por la certeza.

Todos conocemos a personas que se atreven a ser felices, que se sienten bien desde sus circunstancias; pues lo único que tenemos que hacer si queremos ser felices es tratar de imitarlas.

Esta afirmación se basa en estudios realizados en adultos satisfechos, que saben disfrutar de la vida todos los días sin importar lo que les pase.

Esas personas no necesariamente siempre vivieron en condiciones ideales; sin embargo se muestran equilibradas, alegres y agradecidas, aman la vida como es y se aceptan como son.

Los individuos felices poseen rasgos de personalidad similares y un carácter que les permite ver la vida como una posibilidad y no como una carga.

La gente satisfecha se adapta con facilidad a los cambios; no culpan a los demás de sus errores; son sinceros con ellos mismos y con los demás; tienen coraje; pueden hablar de sus problemas y expresar sus emociones; evitan quedar pegados a experiencias desafortunadas no dándoles importancia; pueden sentir dolor pero aprenden a no regodearse con el sufrimiento.

Para poder ser feliz lo primero que hay que cambiar es la forma de pensar, porque el que es infeliz piensa en negativo y el que es feliz piensa en positivo.

Las personas felices también se cansan y sienten el peso de la rutina, pero en lugar de dejarse vencer por las cosas que les molestan, de quejarse o de sentirse víctimas, reaccionan, actúan diferente para salir de esa situación y cambiarla por algo nuevo.

La gente dichosa busca la felicidad todos los días, no espera que las cosas le vengan solas desde arriba.

La paradoja es que solamente siendo conscientes de que nuestra vida puede terminar hoy, sentimos la necesidad de darle significado al presente que de otro modo pasa desapercibido.

Cada mañana hay que vivirla como una promesa de esperanza, como un regalo, para poder ver todo lo bueno que no vemos.

Los que son felices aprenden de sus experiencias y cambian, toleran la frustración y pueden empezar de nuevo; y cuando algo llega a su fin, en lugar de quedar bloqueados al pasado pensando en lo que hubiera podido ser, consideran que terminó una etapa y se preparan para vivir otra aún mejor y piensan que todo lo que les pasó fue necesario.